Recientemente, según un informe de investigadores de la Escuela de Salud Pública de Yale (YSPH), muchos legisladores están restringiendo la venta de cigarrillos electrónicos con sabor. Sin embargo, esta medida puede tener consecuencias no deseadas y en realidad fomentar que los usuarios se pasen a cigarrillos convencionales más peligrosos.
Después de realizar un análisis exhaustivo y a largo plazo de los datos de política y ventas, se ha descubierto que por cada disminución de 0.7 mililitros en las ventas de líquidos para cigarrillos electrónicos, se produce un aumento de 15 ventas de cigarrillos tradicionales. Esta sustitución es especialmente evidente entre la población más joven, especialmente entre aquellos menores de 20 años que prefieren marcas específicas de cigarrillos.
Abigail S. Friedman, profesora asociada en el Departamento de Políticas de Salud y Gestión de la Yale School of Public Health, declaró:
Dado que fumar y usar cigarrillos electrónicos no son completamente seguros, pero la evidencia actual sugiere que fumar causa más daño a la salud que el uso de productos de cigarrillos electrónicos que contienen nicotina. Los costos para la salud pública de estas políticas pueden ser mayores que sus beneficios.
Investigadores de la Universidad de Yale utilizaron herramientas estadísticas rigurosas para estimar el impacto a largo plazo de las restricciones de sabores de los cigarrillos electrónicos en las ventas de cigarrillos electrónicos y cigarrillos en 16 estados. También examinaron las diferencias en el uso de marcas entre adolescentes y adultos para estos efectos.
Durante el transcurso del estudio, cientos de localidades y siete estados han impuesto restricciones o prohibiciones en la venta de cigarrillos electrónicos con sabores. Si bien estas políticas han reducido efectivamente las ventas per cápita de cigarrillos electrónicos, también han incrementado significativamente las ventas de cigarrillos combustibles. Según estos hallazgos, los responsables de tomar decisiones políticas pueden considerar métodos alternativos para proteger la salud pública, escribieron los autores en su estudio.
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